Estudio Bíblico de Hebreos No. 11

Ahora vamos a Hebreos 4:14-16

v14: Un Gran Sumo Sacerdote: La obra de Yeshúa es más grande que los sumos sacerdotes de los que leemos en la Torá. Di-s nos dio la Torá (Ley) para mostrarnos qué es el pecado y nuestra insuficiencia o incapacidad para enfrentarlo. Él nunca tuvo la intención de establecer la justicia por medio de la Ley. La Torá nos muestra nuestra necesidad de un Salvador. No puede producir la perfección. Nos muestra nuestra carencia y nos lleva de regreso a la fe de Abraham (Génesis 15:6).

La perspectiva de los rabinos, hace 2,000 años, era que la Torá era un instrumento de salvación, lo cual no lo es. Cuando dijo que la Ley tenía que ser cambiada (Hebreos 7:12) esto es lo que quería decir: basado en la falsa enseñanza del judaísmo. Los sumos sacerdotes de la Torá procedían de la tribu de Leví. El Mesías es un gran Sumo Sacerdote porque no es de la línea levítica, sino que es de la línea de Melquisedec. Su sacerdocio no se basa en la ley levítica. Esto no significa que la antigua Ley sea irrelevante y no tenga más sentido. El cambio de ley es un cambio de perspectiva. Esta nueva perspectiva es posible gracias a este nuevo sacerdocio. Incluso esto no es realmente “nuevo” porque es anterior al sacerdocio aarónico.

Una de las cosas que hace que el sacerdocio de Melquisedec sea único es que el sacerdocio levítico tomó del hombre y lo ofreció a Di-s. Melquisedec no hizo eso. Él tomó de Di-s y se lo dio al hombre. Él le dio a Abraham pan y vino, un indicio del cuerpo y la sangre del Mesías.

El sacerdocio del Mesías es suficiente porque nos proporciona la salvación a través de Su cuerpo y sangre. En la Cena del Señ-r (o Comunión) hay dos elementos. Yeshúa tomó el pan (la noche que fue entregado) lo partió y dijo: “Este es mi cuerpo quebrantado por vosotros”. Esto significaba que iba a morir. El pan significa el cuerpo , la muerte del Mesías. La sangre nos redime y significa Su redención. La sangre del Mesías es extremadamente preciosa para Di-s.

  • Penetró los cielos: Este es Su origen ya que Él es eterno. No podía ascender a los cielos a menos que hubiera descendido primero. El día más importante para un sumo sacerdote era el Día de la Expiación. En este día, el sumo sacerdote hacía todo el trabajo para servir a la nación. El pueblo también tenía un papel que desempeñar. Su función principal era la confesión. Confesamos no solo nuestros pecados sino también nuestra fe en la obra del Sumo Sacerdote como medio de nuestro perdón. Como pueblo del Nuevo Pacto, Nuestro Sumo Sacerdote no ha comprado para nosotros la expiación que sólo dura de un año al siguiente, sino que Él ha comprado para nosotros la redención eterna. Es por eso por lo que podemos estar eternamente seguros en nuestra salvación. Fuimos redimidos, no con la sangre de ovejas y cabras, pero con la sangre del precioso Hijo de Di-s.

v15: No tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades: Aunque Yeshúa era completamente Di-s, se despojó a sí mismo y se hizo siervo, obedeciendo hasta la muerte en una cruz (Filipenses 2:6-8).

  • Tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado: Como hombre completo, Yeshúa fue tentado, al igual que nosotros, pero hay una gran diferencia: Él nunca sucumbió a la tentación. Él nunca pecó. Un sacrificio tenía que ser sin mancha ni defecto. Tenía que ser perfecto. Por lo tanto, debido a que no tenía pecado, podía ofrecerse a Sí mismo como el Perfecto, Sacrificio Redentor por nuestros pecados.

v16: Acerquémonos (lleguémonos-1909), pues, confiadamente al trono de la gracia: Su obra suficiente en la cruz ha hecho posible que vayamos confiadamente delante de Él para confesar nuestros pecados. Ya han sido pagados, pero la confesión nos libera emocional y espiritualmente. La confesión nos da libertad, aliento y liberación.

  • Trono de la gracia: La gracia es la misericordia de Di-s. Somos salvos por gracia (Efesios 2:8). Otro aspecto muy importante de la gracia de Di-s es que nos transforma (Tito 2:11-14). La gracia de Di-s produce el cumplimiento de las promesas de Su pacto en nuestras vidas (el Reino).
  • Alcanzar misericordia: Como creyentes todavía luchamos con el pecado. Nuestro Sumo Sacerdote no solo nos limpia de nuestros pecados pasados sino también de aquellos que aún no hemos cometido. Diariamente necesitamos perdón y misericordia. Necesitamos pedirle al Espíritu Santo que nos revele nuestro pecado para que podamos confesarlo y obtener misericordia por él.
  • Oportuno: En el momento apropiado. El bien tiene que ver con la voluntad de Di-s. Necesitamos vivir de tal manera que cumplamos la voluntad de Di-s: ¡ese momento es ahora mismo! Nuestro Sumo Sacerdote está a la diestra de Di-s intercediendo por nosotros. Él toma nuestros pecados y los perdona, pero también lleva nuestras peticiones y solicitudes ante el Padre. Deberíamos estar pidiéndole a Di-s que nos muestre Su voluntad, para que Sus propósitos y planes, para nuestras vidas, se hagan realidad y nos movamos de tal manera que persigamos las cosas de Di-s.
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